Cada diciembre las luces navideñas vuelven a ser protagonistas: en balcones, árboles, fachadas y ventanas. Aunque forman parte del ambiente festivo, también utilizan electricidad, y ese consumo puede notarse en la factura si no se controla.
En muchas ocasiones no se tiene en cuenta que estos adornos pueden generar un impacto en el consumo energético, que se resume en un aumento en el valor de la factura. Te contamos cómo calcular el gasto de las luces navideñas, qué diferencia hay entre luces tradicionales e iluminación LED y qué hábitos permiten disfrutar de la decoración sin incrementar de más el recibo.
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Calcularlo es más fácil de lo que parece. Solo se necesita un dato: la potencia, que aparece en la etiqueta del producto (por ejemplo: 6 W, 7 W, 40 W…).
A partir de ahí, basta con seguir tres pasos muy simples:
Ejemplo: una guirnalda o cortina de luces de 6 W, encendida 8 horas al día durante 30 días, consume 1,44 kWh en total.
Si se trata de las tradicionales, con pequeños focos que producen luz mediante calor, una serie de 100 bombillas incandescentes puede usar entre 40 W y 70 W. Eso significa que, aunque dan buena iluminación, consumen bastante más.
Son la opción más extendida actualmente. Producen luz sin calentarse y con una potencia muy baja.
Una serie de 100 luces LED suele consumir entre 4 W y 9 W, lo que representa un ahorro muy grande frente a las incandescentes.
Para una iluminación similar, el LED puede gastar hasta un 90% menos. Por eso es la alternativa recomendada si querés decorar muchas horas al día o si utilizás varias tiras de luces al mismo tiempo.
Aunque en los últimos años se adoptaron medidas para fomentar el ahorro energético, la instalación de luces navideñas no se prohibió. Más bien, los gobiernos locales optaron por tecnologías más eficientes, principalmente LED o solares, para mantener la tradición sin aumentar el consumo. La tendencia sigue igual: alumbrados más sostenibles y con menores potencias.
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